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Lección 37 Septiembre 10 de 2023

PARA LOS NIÑOS: “El Encuentro de Moisés con Dios”

Propósito:

Enseñar que Dios soberanamente llama a sus siervos, lo hace en el tiempo preciso, determinado por Él, y nadie puede negarse a este llamado.

Introducción:

Habían transcurrido cuarenta largos años desde que Moisés había huido de Egipto, se encontraba en Madián apacentando las ovejas de su suegro Jethro o Ragüel; quizá jamás había pensado en volver a Egipto, menos en tratar de libertar a su pueblo, pero Dios tenía planes para él y el tiempo fijado por el Señor había llegado, por esta razón sucede el encuentro de Moisés con Dios.




I. Mientras Apacentaba las Ovejas, v. 1

Moisés había tomado el oficio de pastor de las ovejas de Jethro, para ayudarse en sus propósitos matrimoniales (Éx.2.21), pero es probable que continuara en el servicio ahora bajo otras condiciones; como Jacob durante los últimos años que estuvo con Labán (Gn. 30:28). Moisés llevó las ovejas del lado oeste por el ancho valle que conducía al interior del desierto, a ese lugar llamado Horeb que significa “árido” y que también fue llamado Monte de Dios, porque allí fue donde se manifestó el Señor y entregó los diez mandamientos a su pueblo. Moisés había hecho por lo menos, un viaje de dos días, y aunque sólo parecía caminar, con el objeto de buscar pastos, por aquella región de numerosos manantiales entre las aberturas de las rocas, durante el calor del verano, la providencia de Dios lo conducía a aquel lugar con un propósito importante, tener un encuentro con Él.

II. Manifestado en Llama de Fuego, vv. 2-4

Dios utilizó un medio sorprendente para llamar la atención de Moisés, la visión consistió en un arbusto espinoso llamado zarza que en medio del fuego ardía, pero no se consumía. Esa zarza que abunda en aquel distrito, generalmente está seca y quebradiza, tanto así, que en ciertas épocas una chispa podría convertir un ejemplar en llamas y consumirse en unos instantes. Que un fuego estuviera en medio de semejante arbusto del desierto y no se consumiera, era una “gran visión”, por eso Moisés quiso investigar la razón de aquel milagro. La Biblia nos dice que Dios al ver que Moisés se acercaba, lo llamó por su nombre: “¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí”. Su respuesta fue inmediata, nosotros cuando escuchemos el llamado del Señor debemos contestar con toda solicitud de la misma manera, heme aquí y añadir ¿Qué quieres que haga?


III. En Tierra Santa, vv. 5-6

El Todopoderoso ordenó a Moisés que se quitara los zapatos, porque aquel desolado lugar había sido santificado por la presencia divina. La orden estaba de acuerdo con una costumbre bien conocida por Moisés, porque es observada en todos los países orientales, donde las personas se quitan sus zapatos o sandalias en lugares especiales. Entre ellos, el quitarse los zapatos es desprenderse de contaminación personal. La bendita Palabra de Dios nos dice que el hombre debe acercarse a Dios libre de toda clase de inmundicia, es decir limpio en lo espiritual y en lo físico (Éx.19.10-11, He.10.22). Y los zapatos de Moisés estaban llenos de impurezas, suciedad y polvo. El Señor se revela como el Dios de su padre Amram y de los grandes patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, el único Dios vivo y verdadero. Moisés sintió reverencia ante la presencia divina y cubrió su rostro porque tuvo miedo de mirar a Dios.


Conclusión:

Niñitos Moisés tuvo que aprender con paciencia, y obtener conocimientos del desierto; Dios no solo lo preparaba para enfrentarse a Faraón, sino que también lo capacitaba para guiar al pueblo de Israel por esas tierras desérticas. Dios soberanamente llama a los que quiere para estar en su servicio, lo hace en la forma y momento conveniente. Niñitos cuando escuchemos el llamado de Dios debemos decir como Moisés “Heme aquí” para cumplir con la labor que se nos encomiende, porque nadie que sea llamado podrá resistirse a la voz de Dios.


CATECISMO INFANTIL.

Pregunta No. 58

¿Puedes arrepentirte y creer en Cristo por tus propios esfuerzos?

Respuesta:

No; no puedo hacer ninguna cosa buena sin la ayuda del Espíritu Santo.




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