Propósito:
Enseñar a los niños que en los momentos de prueba y sufrimiento se debe glorificar a Dios, porque todas las cosas serán encaminadas para nuestro bien, si somos fieles al Señor.
Introducción:
Como la familia de Jacob era de buenos recursos económicos, no resintieron mucho el primer año de hambre, que se dejó sentir tanto en Egipto como en la tierra de Canaán donde vivían; pero en el segundo año las cosas cambiaron y los alimentos comenzaron a escasear sensiblemente, por lo cual tuvieron que buscarlos y comprarlos en otros lugares. Así como el hombre se esfuerza por satisfacer sus necesidades materiales, es urgente que también busque el alimento espiritual para el alma, es importante tener el alimento espiritual que a vida eterna permanece (Jn.6.27). Como ya había escaseado el alimento en todas partes, los hermanos de José descienden a Egipto.
I. En Busca de Alimento, vv. 1-5
El viejo patriarca Jacob tal vez escuchó comentarios de personas que tenían tratos comerciales con él, de que en Egipto había suficiente trigo para satisfacer sus necesidades internas y aun para vender. Es muy probable que muchas caravanas ya habían ido y regresado con su precioso cargamento de alimentos, por esta razón Jacob ordenó a sus hijos que dejaran su indecisión y descendieran a Egipto en busca de alimentos. Quizá no deseaban ir a ese país por el recuerdo de la maldad cometida al vender a su hermano José como esclavo, unos veintidós años atrás. Pero era urgente porque si no perecerían de hambre. Jacob no envió a Benjamín con sus hermanos, porque tuvo temer que le pasara algún desastre como a José. Los dos fueron los únicos hijos que tuvo con su amada esposa Raquel (Gn.44.20). Para ese tiempo Benjamín no era un niño, sino un hombre casado como de veintiséis años, ya que era unos trece años menor que José; pero siendo el menor de los hijos de Jacob, decían que era pequeño, y por eso gozaba de especial consideración. Meses después se dice que Benjamín llegó a tener diez hijos (Gn.46.21).
II. Son Reconocidos por José, vv. 6-8
Los egipcios podían comprar con toda libertad trigo en cualquier ciudad del país en donde hubiera depósitos, pero es lógico suponer que los compradores extranjeros tenían que hacer arreglos especiales con el gobernador José. Los diez hijos de Jacob sin duda alguna bajaron a Egipto acompañados de numerosos siervos y bestias de carga, lo cual no dejó de llamar la atención a los egipcios. Cuando comparecieron ante José le rindieron honor conforme al rango que tenía, inclinándose humildemente ante él; como ellos continuaban vistiendo igual que siempre se deduce que muy poco habían cambiado en su aspecto físico a pesar de los años, por eso José los reconoció en el mismo momento en que los vio, pero aparentó lo contrario para llevar adelante su plan.
III. Acusados de Ser Espías, vv. 9-26
José se acordó de sus sueños que tuvo y conoció que la primera parte se estaba cumpliendo, porque sus hermanos se postraban delante de él. Ellos no podían reconocerlo porque vestía como príncipe egipcio y hablaba la lengua del país, ya que había intérprete entre ellos. (Gn.42.23). José trató ásperamente a sus hermanos, porque además de aparentar no conocerlos los acusó de espías, dijo que, aprovechando la época de crisis y la entrada de muchos comerciantes, iban no solo a comprar trigo sino a ver los puntos débiles del país para preparar una invasión. Atemorizados los hijos de Jacob afirmaron ante el gobernador egipcio que no eran espías y con el afán de salvar sus vidas, revelaron muchos detalles familiares, inclusive que eran doce hermanos, hijos de un mismo varón, y que uno de ellos no aparecía. De esa manera se referían a José, sin afirmar que había muerto, sin saber que hablaban con él. José inflexible afirmó que eran espías y les puso como condición para dejarlos en libertad que uno de ellos fuera por el hermano menor mientras los demás quedaban presos, porque deseaba saber si vivía su hermano Benjamín. Como no resolvieron nada los metió a la cárcel por tres días. Al tercer día les dijo José: si están diciendo la verdad quede preso uno de vuestros hermanos y los otros lleven alimento a vuestra familia; pero deberán traerme al hermano menor y en esto conoceré que dicen la verdad y no moriréis. Mientras regresaban se decían unos a otros: verdaderamente hemos pecado con nuestro hermano (refiriéndose a José), porque lo vimos angustiado rogándonos y no le hicimos caso, por eso nos ha venido esta angustia. Rubén les respondió: ¿No les dije que no pecaran contra José, y no me escuchaste? Ahora esta es la consecuencia. José al escucharlos se apartó y lloró recordando todo, después regresó y tomó a Simeón y lo encarceló. También ordenó a sus siervos que llenaran los sacos de sus hermanos de trigo y les regresara el dinero de cada uno de ellos, poniéndolo en su saco y les dio comida para el camino y se fueron.
Conclusión:
Niñitos todas las cosas ayudan a bien a los que son amados por Dios y sus caminos que son incomprensibles, también son seguros, y nada de lo que ha dicho dejará de cumplirse. Por muy triste que sea nuestra condición, el Señor la encaminará a bien; como en el caso de José, que, aunque no entendía porque le pasaban todas estas tragedias, no por eso desmayó en su fe, sino que se mantuvo firme en lo más difícil del camino; y Dios que es justo, pronto lo restituyó de esclavo a señor de Egipto. Niñitos permanezcamos firmes en la fe en cualquier circunstancia (1P.4.16).
CATECISMO INFANTIL.
Pregunta No. 34
¿Hizo Adán para sí solo la alianza de obras?
Respuesta:
No; representó a toda su posteridad.