PARA LOS NIÑOS “Las Sentencias Divinas por la Caída”
Propósito:
Mostrar a los niños las terribles sentencias que fueron dadas al hombre por la caída y que solo Cristo el Salvador puede librarle de esas consecuencias.
Introducción:
En el huerto en Edén Adam y Eva tuvieron comunión perfecta y compañerismo con Dios. Cuando se rebelaron contra Él, esa comunión se rompió. Los efectos de la caída son numerosos y de gran alcance. El pecado ha afectado nuestras vidas en la tierra y nuestro destino eterno. La Biblia nos dice “Así como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y la muerte así pasó á todos los hombres, pues que todos pecaron” (Ro. 5.12b), “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Ro. 3. 23). Así como en nuestros días el que desobedece las leyes en su país tiene una sentencia o castigo, también el desobedecer la ley divina acarrea terribles consecuencias. Las sentencias divinas por la caída son las que veremos en esta lección.
I. La Muerte Espiritual, vv. 8-13
Después de que Adam y Eva pecaron sintieron temor al oír la voz de Dios; cuando el hombre comete pecado tiene esa horrible sensación de miedo. No era la primera vez que el Señor les hablaba, pero trataron de esconderse porque su pecado les acusaba, aunque es imposible esconderse de Dios (Sal. 139.7-12). Cuando Dios llamó al hombre le dijo ¿Dónde estás tú? El hombre contestó: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y escondíme. Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? El hombre trató de echarle la culpa a la mujer. Eva también trató de justificarse diciendo que había sido engañada por la serpiente. La Biblia afirma que el diablo con sutileza la engañó (2 Cor. 11.3, 1 Tim. 2.14). El diablo hace lo mismo en nuestros días engaña a los hombres. Estar muerto espiritualmente es estar separado de Dios. El hombre y la mujer murieron espiritualmente ese miedo a la presencia de Dios lo confirma.
II. A la Serpiente, vv. 14-15
Dios maldijo a la serpiente por haberse prestado a ser instrumento de Satanás. La bendición que Dios dio a todos los animales al principio de la creación, le fue cambiada a la serpiente por una maldición. Desde entonces es animal muy feo y perseguido en todas partes del mundo. Fue condenada a andar sobre su pecho (arrastrándose) y comiendo polvo todos los días de su vida. Enseguida Dios dio la primera promesa sobre el nacimiento del Salvador, se ha designado a Génesis 3.15 como la primera referencia a la venida de Aquél que destruiría las obras del diablo “El que hace pecado, es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo” (1 Jn. 3.8) sería simiente de la mujer, no del hombre, vendría por obra del Espíritu Santo (Lc. 1.35) Y respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra; por lo cual también lo Santo que nacerá, será llamado Hijo de Dios.
III. A la Mujer y al Hombre, vv. 16-24
La mujer tendría a sus hijos con muchos dolores, la maternidad sería una experiencia hermosa pero muy dolorosa (Jn. 16.21); también estaría sujeta al marido (Ef. 5.23). El castigo del hombre fue la sentencia de labrar la tierra para su alimento diario, porque maldecida la tierra produciría espinas y cardos; la mala hierba dificultaría la labor del hombre. Y al final de su vida, él mismo volvería al polvo (Ecclesiastés 12.7). Después de esto Adam llamó a su mujer Eva porque sería la madre de toda la humanidad. Dios les proveyó túnicas de pieles, para esto fue necesaria la muerte de un animal. Esto ilustra el sacrificio del Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Como Eva y Adam, conocían el bien y el mal Dios los sacó del huerto de Edén para que no comieran del árbol de la vida, porque si no hubieran vivido para siempre con cuerpos sujetos a enfermedad, degeneración y debilidad. Los querubines que son seres celestiales fueron puestos con una espada encendida que se revolvía por todos lados para guardar el camino del árbol de la vida
Conclusión:
Niñitos aunque el pecado ha traído grandes consecuencia, recordemos que tenemos grande esperanza de redención. Génesis 3.15 es el primer texto que habla del evangelio, este pasaje nos habla de Satanás (y sus agentes) y la mujer (representando la raza humana) con su simiente (el Mesías). El Mesías heriría la cabeza del diablo, una herida mortal que significa la derrota total, esta se llevó a cabo en el Calvario cuando el Redentor triunfó decisivamente sobre el diablo. Satanás, a su vez, heriría el calcañar del Mesías, la herida del calcañar aquí habla de sufrimiento e incluso la muerte física, pero no de una derrota decisiva. De modo que Cristo sufrió en la cruz, y murió, pero resucitó de entre los muertos, victorioso sobre el pecado, el infierno y Satanás. Gracias a Dios por la salvación que nos ofrece en Cristo Jesús.
CATECISMO INFANTIL.
Pregunta 71
¿Por qué necesitas a Cristo como Rey?
Porque soy débil y sin socorros.
ANÁLISIS SINTÉTICO / “Las Sentencias Divinas por la Caída”
Génesis 3.8-24
1. A la serpiente
2. A la mujer
3. Al hombre
4. A la tierra
5. Fueron expulsados del Edén
Cuestionario
1. ¿En qué orden dictó estas sentencias el Señor?
2. ¿Cómo quisieron justificarse Adam y Eva ante Dios?
3. ¿Por qué expulsó Dios al hombre del Edén?
4. ¿De quién es figura Adam?
5. ¿Para qué entró la ley?
Enseñanzas Prácticas
1. Estas sentencias no solo fueron para Adam y Eva, sino para toda su descendencia o posteridad. Esto quiere decir, que todas las miserias y sin sabores que vivieron nuestros primeros padres, las viviríamos nosotros y nuestros hijos, etc.
2. La vida del hombre sobre la tierra, a partir de entonces cada día más difícil para él y para su familia. La sentencia en este particular sería “con el sudor de tu rostro, comerás el pan”, agregaríamos, “tú y los tuyos”. Viviendo al día, no como ricos. Hasta que vuelvan al polvo de donde fueron tomados.
ILUSTRACIÓN. Consecuencias de la maldad
El pastor e historiador W. S. Pulmer decía que de treinta perseguidores célebres, muchos de ellos emperadores del imperio romano, incluyendo los de los tiempos de la Reforma, uno enloqueció después de haber cometido un atroz crueldad, otro fue asesinado por su propio hijo, uno quedó ciego, otro se ahogó, uno fue estrangulado, otro murió en la más mísera condición en una tétrica cárcel, dos cometieron suicidio, cinco fueron asesinados por sus propios siervos domésticos, otros cinco murieron terriblemente en medio de atroces sufrimientos, y ocho perdieron batallas en las que murieron o fueron hechos prisioneros. Entre estos últimos se encuentra Juliano, llamado de sobrenombre el Apóstata. En los días en lo que las cosas le iban bien, se dice que apuntó con su daga al cielo desafiando a Jesucristo, a quien solía llamar “el Galileo”. Pero cuando se vio herido de muerte en una batalla contra los persas y se dio cuenta de que iba a morir, levantando sus ojos al cielo exclamó: “¡Venciste, Galileo!” Las consecuencias del pecado en este mundo de maldad siguen manifestando la justicia divina; pero también la salvación de muchos en Cristo, manifiestan su gracia y su Misericordia.